Así como nuestro cuerpo necesita comer para vivir, para no estar débil sino fuerte, para no estar enfermo sino sano... así nuestra alma necesita COMULGAR para estar sana y fuerte.
Cristo mismo dijo: ¨El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo le resucitaré el último dìa¨.- Muchas veces tenemos ganas de ser muy buenos, pero luego vienen los problemas de la vida, nuestras pasiones, las tentaciones y entonces nuestros buenas deseos se esfuman. Nos desanimamos, nos volvemos tibios y hasta pecamos. ¿Por qué?.
Porque ser bueno, ser SANTO... ¡es duro! No bastan nuestras fuerzas, necesitamos tomar fuerza de Jesús, divino alimento del alma. Entonces nos sentiremos otros, capaces de todo y podremos decir como San Pablo: ¨Vivo yo, pero ya no soy yo quien vive, porque es Jesús quien vive en mi ¨ (Gal 2,20)
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